Una
película que marcó mi infancia (sí, ya sé, estoy en el grupo de riesgo), cuando
miraba películas de terror los sábados a la tarde fue La mancha voraz. No la remake de 1972 ni de 1988, sino la original
de 1958. Ya el título me generaba una sensación de engullida (VORAZ) y por ese
motivo, me parece mucho mejor la versión en castellano que en inglés que
simplemente dice: The blob.
Creo que no
hay imagen más icónica que el viejo que se acerca al meteorito y agarra un palo
para comprobar qué era. No hay forma de no sentirse identificado y es como si
fuera uno (plano detalle) el que está aproximando el palo y golpea el objeto. Se
abre y no sabés qué va a aparecer. Logra que la cosa gelatinosa se adhiera la
rama que sostiene, va deslizándose hacia abajo y de repente cuando quiere darlo
vuelta, ZAS la gelatina se abalanza hacia su mano. La escena marca un excelente
comienzo de tensión y sorpresa.
La masa
amorfa se va morfando gente: el viejo, la enfermera, el médico… y poco a poco
va creciendo de tamaño. Los dos únicos testigos que quedan tratan de convencer
a la policía y después a la gente, pero nadie les cree, porque son jóvenes y
les parece que están haciendo una broma. Los efectos no son impresionantes,
pero tiene un buen manejo de trama, que va en un in crescendo del suspenso.
Como argumento, no deja cabos sueltos.
Nosotros,
como espectadores, sabemos lo que está pasando y esperamos el momento en que
todo el mundo vea la mancha que avanza por el pueblo, que no es una mancha
cualquiera, sino que es inteligente, es inteligencia extraterrestre. En la
época actual, la mancha voraz hubiera sido imparable, porque habría crecido sin
problemas con la gente que la habría estado grabando con el celular.
Así
llegamos a la parte del cine. Ahora puede causar risa, pero si yo, en 1958,
hubiese visto esta película en la pantalla grande, probablemente no habría
podido dejar de mirar para todos lados. De alguna forma, te implican en la
situación. Y hoy que hay lluvia de estrellas trataría de quedarme en casa
respetando la cuarentena.
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