miércoles, 29 de abril de 2020

La noche de los muertos vivientes, de Romero (1968)


En la actualidad estamos saturados de películas de zombis y ya vimos todo tipo de caminantes, desde los lentos y estúpidos hasta los rápidos e inteligentes. Por eso pensarán qué importa una versión antigua, en blanco y negro, sin mucho presupuesto. ERROR.
Tienen que ver La noche de los muertos vivientes, de George Romero, porque es el origen de toda la tradición posterior. La imagen del zombie que es torpe, que no tiene fuerza, que solo se maneja por el impulso de comer surge de la creación de este director.
Al principio parece que el argumento está centrado en los zombis. En realidad, ni siquiera se los menciona con ese término, son muertos vivientes; surgen de la tierra porque están muertos (son como vampiros plebeyos). Como se puede presuponer, la primera escena está ubicada en un cementerio, donde la broma macabra del hermano que le dice: “Vienen por ti, Bárbara” se convierte en realidad. Uno no sabe si es más ridículo el muerto que avanza a trompicones o la chica que corre despatarrada.
Aun siendo una de las primeras películas de zombies, hay elementos que la convierten en única. En primer lugar, el protagonista es un negro; después de Blade, es algo que nos resulta común y no nos llama la atención, pero estamos hablando de 1968, el mismo año del asesinato de Martin Luther King. Es una innovación que el hombre que aparece como salvador sea de raza negra.
En tanto, la imagen femenina queda en segundo plano y no tiene ningún protagonismo. Bárbara es la chica rubia que depende del hermano y que después pasa a depender de un hombre que la proteja. Se tapa la cara cuando ve un cráneo desfigurado, se asusta cuando le cae sangre encima, cierra los ojos para no ver que viene un caminante… en fin, creo que la crítica actual la destrozaría por mostrar mujeres tontas y habría acusado al protagonista de violencia de género.
Otro factor novedoso es el atrincheramiento en una casa, que funciona como un microuniverso social, ya que las interrelaciones que se establecen entre quienes quedan encerrados, como nosotros en esta cuarentena (no salgas, hay muchos zombis dando vueltas), nos muestran diferentes tipos de personalidades, que a veces rozan los estereotipos y otras te sorprenden para obligarte a reflexionar.
La invasión zombi se enfrenta desde la perspectiva de una casa, así como sucede con Señales, donde la familia de Mel Gibson debe protegerse de los extraterrestres; en ambos casos se informan a través de una televisión. Así también me trae a la memoria las escenas de “Thriller” de Michael Jackson, en la que la pareja se esconde de los muertos en una casa abandonada.
Los muertos retornan a la vida por una radiación (se sugiere que pasa algo al principio); los que se convierten en caminantes están muertos o murieron, no se contagiaron por una mordida o un arañazo. Las escenas terroríficas son cuando muestran a los muertos comiendo pedazos de carne humana o cuando un personaje reconoce a un familiar entre la horda bestial. Finalmente, llega la ayuda, como en La niebla, pero en lugar de soldados son milicias autoconvocadas.
El final nos marca la ironía de nuestra sociedad. De repente nos damos cuenta de que el enemigo no proviene de afuera, incluso forma parte del mismo bando. Lamentablemente, es tan actual.
El televisor informa: No salgan afuera... POR ESO, QUEDATE A MIRAR LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES y después me contás.